05/03/2008

No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura

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"Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón" (1 Samuel 16:7).



Estudié Filosofía
. El primer día de clases me sentí impactado por la presencia, en la biblioteca, de un hombre que vestía con sandalias en un día de frío y llevaba un overol de esos que usan los trabajadores de las fabricas. En sus manos llevaba varios libros. Le pregunté a un compañero que ya llevaba un tiempo en la universidad:

-¿Quién es ese hombre?

-Es un profesor de Física, y viene de Norteamérica -y me contó la siguiente historia:

UN día este hombre llegó hasta la facultad de Física vestido del modo tan particular en que le gusta vestir. Pidió, en un español poco fluido, una entrevista con el decano. Le indicaron que estaba en una reunión con un grupo de docentes. El hombre insistió en verlo. La secretaria lo buscó, y al rato salió el decano a verlo.

A poco de saludarlo, el hombre le dijo:

-Vengo a pedir trabajo como docente de Física.

El decano miró su apariencia de arriba abajo; su aspecto era la antítesis de un profesor universitario. De pronto, el decano dibujó una leve sonrisa en el rostro y lo invitó a que lo acompañara. Entró en una sala donde había una media docena de docentes universitario. El decano le dijo:

-Hace poco recibimos este libro de texto. Estamos aquí intentando solucionar unos problemas de Física. Si usted es capaz de resolverlos lo contrato como docente.

El hombre tomó el texto. Se dirigió a una pizarra y tranquilamente comenzó a resolver uno a uno los problemas que le habían indicado. Los docentes cambiaron poco a poco la sonrisa de burla que tenían en sus rostros por una cara de asombro. Cuando terminó, el decano, atónito, le dijo casi tartamudeando:

-¿Cómo pudo hacerlo? ¡Hemos estado aquí varios días sin poder resolver estos teoremas!

El hombre, con sencillez, simplemente respondió:

-Yo soy el autor del libro.

La mejor forma de equivocarnos con las personas es juzgarlas por aspectos externos. Ninguna persona encaja fácilmente en los estereotipos que nos formulamos de ellas. Es por eso que las palabras de Dios a Samuel tienen tanto valor:

"No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón" (1 Sam. 16:7).



ORA A DIOS para que te dé la sabiduría de no juzgar a las personas por aspectos externos sino por los principios que tienen


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La mariposa que se enamoró de una estrella

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La mariposa que se enamoró de una estrella



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Cuenta la leyenda que una joven mariposa, de cuerpo frágil y sensible volaba cierta tarde jugando con el viento, cuando vio una estrella muy brillante, y se enamoró. Excitadísima, regresó inmediatamente a su casa, loca por contar a su madre que había descubierto lo que era el amor... ¡Qué tontería! Fué la fría respuesta que escuchó. Las estrellas no fueron hechas para que las mariposas pudieran volar a su alrededor. Búscate un poste, o una pantalla, y enamórate de algo así, para eso fuimos creadas. Decepcionada, la mariposa decidió simplemente ignorar el comentario de su madre, y se permitió volver a alegrarse con su descubrimiento. ¡Qué maravilla poder soñar pensaba! La noche siguiente la estrella continuaba en el mismo lugar, y ella decidió que subiría hasta el cielo y volaría en torno de aquella luz radiante para demostrarle su amor. Fue muy difícil sobrepasar la altura a la cual estaba acostumbrada, pero consiguió subir algunos metros por encima de su nivel de vuelo normal. Pensó que si cada día progresaba un poquito, terminaría llegando hasta la estrella. Así que se armó de paciencia y comenzó a intentar vencer la distancia que la separaba de su amor. Esperaba con ansiedad la llegada de la noche, y cuando veía los primeros rayos de la estrella, agitaba ansiosamente sus alas en dirección al firmamento. Su madre estaba cada vez más furiosa.

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Estoy muy decepcionada con mi hija, decía. Todas sus hermanas, primas y sobrinas ya tienen lindas quemaduras en sus alas, provocadas por las lámparas. Sólo el calor de una lámpara es capaz de entusiasmar el corazón de una mariposa: deberías dejar de lado estos sueños inútiles y conseguir un amor posible de alcanzar. La joven mariposa, irritada porque nadie respetaba lo que sentía, decidió irse de la casa. Pero en el fondo, como, por otra parte, siempre sucede, quedó marcada por las palabras de su madre, y consideró que ella tenía razón. Así, durante algún tiempo, intentó olvidar a la estrella y enamorarse de la luz de las pantallas de casas suntuosas, de las luces que mostraban los colores de cuadros magníficos, del fuego de las velas que quemaban en las más bellas catedrales del mundo. Pero su corazón no conseguía olvidar a la estrella, y después de ver que la vida sin su verdadero amor no tenía sentido, resolvió reemprender su itinerario en dirección al cielo. Noche tras noche intentaba volar lo más alto posible, pero cuando la mañana llegaba, estaba con el cuerpo helado y el alma sumergida en la tristeza. Entretanto, a medida que se iba haciendo mayor, pasó a prestar atención a todo cuanto veía a su alrededor. Desde allá arriba podía vislumbrar las ciudades llenas de luces, donde posiblemente sus primas, hermanas y sobrinas ya habrían encontrado un amor. Veía las montañas heladas, los océanos con olas gigantescas, las nubes que cambiaban de forma a cada minuto. La mariposa comenzó a amar cada vez más a su estrella, porque era ella la que la impulsaba a conocer un mundo tan rico y hermoso. Pasó mucho tiempo y un buen día ella decidió volver a su casa. Fue entonces que supo por los vecinos que su madre, sus hermanas, primas y sobrinas, y todas las mariposas que había conocido, habían muerto quemadas en las lámparas y en las llamas de las velas, destruidas por un amor que juzgaban fácil. La mariposa, aun cuando jamás haya conseguido llegar hasta su estrella, vivió muchos años aún, descubriendo cada noche cosas diferentes e interesantes. Y comprendiendo que, a veces, los amores imposibles traen muchas más alegrías y beneficios que aquellos que están al alcance de nuestras manos.